domingo, 19 de febrero de 2012

Insomnia. El primer día

insomnia
Eres el nuevo, ¿verdad?... ¡Venga hombre, no seas tímido! todos hemos tenido ese primer día en el que estábamos tan perdidos que pensábamos “en algún momento despertaré”... Aunque si quieres que te sea sincero, no lo vas a hacer al menos no cuando tú quieras... ¡Hey, vamos, no me mires así y di algo! que odio a la gente que se queda callada.

Verás, chico, no tengo nada contra ti, pero no me seduce la idea de hacer de canguro de un novato recién llegado, y menos cuando está el patio tan revuelto como he oído que lleva desde hace algunos días. Parece ser que un Sanador tuvo la ocurrente idea de despertar a unos cuantos ofuscados. Y el tipo se lo curró de lo lindo porque se dice que tiene el récord. ¡Nada menos que trescientos diecisiete desgraciados que abrieron los ojos en alguna cama preguntándose dónde narices estaban! Y claro... eso tuvo consecuencias y ahora el resto tenemos que andar con pies de plomo para encontrar la maldita llave que abre la puerta. Pero veo por tu expresión que no te estás enterando de nada. Tendré que comenzar por el principio.

Presta atención a lo que voy a decirte: eres un Insomne... sí ya sé que sabes que no puedes dormir y todo eso, pero lo que todavía te falta por descubrir y ahora lo estás empezando a hacer, es que los que son como tú y como yo no sueñan como los demás. Nosotros no soñamos con que nos toca la lotería o nos ligamos una tía buena, o que se nos zampa un bichejo llegado de otra galaxia después de ver una peli de terror y ya está, simplemente despertamos y “voilà”, otra vez la dura realidad. Bueno en el caso del premio de lotería o la macizorra de turno sí, pero ¡ay! en el otro caso no es tan sencillo y si te miras al espejo te verás los mordiscos del puto alien. ¿No me crees? No importa, ya lo irás descubriendo. El caso es que ahora además de procurar llegar a tu hora al trabajo, no cabrear a tu jefe, atender a tu familia y demás zarandajas, vas a tener que preocuparte de despertar en cada ocasión donde consigas dormir, que no serán muchas y llegarás a desear no fuese ninguna. Porque cuando suene el despertador junto a tu cama tu cuerpo seguirá durmiendo y no despertará jamás a no ser que hayas encontrado la llave para hacerlo. Y eso solo lo conseguirás si aprendes a moverte en el sueño, a manejarlo y a cambiarlo; a descubrir las pistas y a evitar los peligros. Si tienes suerte, encontrarás a otros Insomnes que te ayudarán, pero eso no te garantiza nada. Bueno... únicamente soñar algunas veces más. Por ello tendrás que especializarte en tus nuevas habilidades y antes de nada deberás elegir tu tarea principal.

Mira, yo por ejemplo soy Constructor, y no me refiero a que me dedique al ladrillo cuando estoy despierto sino que utilizo los elementos del sueño para moldearlo y cambiarlo; otros son Ilusionistas, muy útiles para camuflar, falsificar o esconder cualquier cosa o a cualquier soñador; los hay que se especializan en el combate como los Luchadores y llegado el caso querrás tener uno cerca, y por último están los Sanadores, unos tipos curiosos y muy efectivos a la hora de curarte la ofuscación, pero que llaman terriblemente la atención del Anfitrión y eso, métetelo en la cabeza, es muy peligroso.

¿Que quién es el Anfitrión? A ver, ¿cómo te lo explico? El Anfitrión es el propio sueño o más bien la parte del sueño con la que puedes hablar. Es el poseedor de la Llave y el que te va a dar las pistas para llegar hasta ella, pero también es el que te va a poner las trampas y te enfrentará a las pesadillas. En pocas palabras, ¡un jodido malnacido que va a jugar contigo! Además tiene la costumbre de cambiar el contexto del sueño cuando le sale de “ahí”, que suele suceder en el momento en que mejor van las cosas para el Insomne, y claro... toca volver a improvisar. Ya te irás acostumbrando.

Bueno chico, después de esta primera charla o lección rápida tengo que seguir con mi tarea. Puedes acompañarme si quieres, así aprenderás algo más y al menos en esta ocasión volverás a despertar. Tengo localizada la llave en los alrededores y en cuanto le eche el guante me largo de aquí. ¿Que cómo voy a reconocerla? Es sencillo, según los datos que tengo matarías por ella, es deslumbrante a la vista, está vestida de color rojo, mide un metro setenta y es rubia.

Mírala, por ahí viene moviendo las caderas.



… dentro de poco, más.

Un saludo.

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