Como cualquier obra de teatro, las historias contadas en Purgatorio necesitan de la adecuada escenografía que dé forma al decorado donde los actores van a interpretar su papel. A este decorado o escenario hay que vestirlo con unas formas concretas según discurra la historia a contar. Y para determinar el contenido exacto y adecuado de las mismas, deberemos tener en cuenta algunos aspectos esenciales de las reglas imperantes en este mundo.
Cuando el ser humano recuerda algo, la imagen resultante se muestra más o menos nítida dependiendo de la información almacenada en su memoria. Si dicha información es clara y concisa, el recuerdo es perfecto en toda su forma, pero si por el contrario la información es escasa, confusa o inexacta, el resultado será inevitablemente defectuoso. Este sencillo principio es el que rige y establece la estética y forma de todo lo que encontraremos en el interior de Purgatorio.
El mundo que se muestra a los ojos de los Conscientes es creado con los recuerdos de los Durmientes que habitan junto a ellos. Cuando los recuerdos son intensos, las formas de los objetos son perfectas y creíbles. Sin embargo, cuando esos mismos recuerdos son vagos y contradictorios, el escenario se muestra deforme y grotesco, como salido de la mente de un loco.
Ahora bien, ¿qué determina que el recuerdo sea de un tipo u otro?
Resulta obvio que si en un mismo lugar se agrupan Durmientes cuyos recuerdos son dispares, el resultado visual representará un equilibrio entre los mismos. Por lo que el recuerdo de una gran urbe y el de un pequeño pueblo, dará lugar a una concurrida ciudad. Pero ello no implicará que lo que en ella exista deba ser grotesco o deforme. Lo que verdaderamente determina este aspecto es el grado de tortura o sufrimiento al que los Durmientes, cuyos recuerdos dan forma a la ciudad, estén siendo sometidos. Todos los Durmientes atrapados en Purgatorio son expuestos a diferentes niveles o grados de sufrimiento y tortura en distintos momentos de su estancia. Esos niveles abarcan desde un leve reajuste en sus mentes, hasta insufribles formas de castigo que hacen enloquecer temporalmente a las mismas. Cuando el grado de tortura es bajo, la nitidez del recuerdo no se ve alterada, pero por el contrario un intenso sufrimiento la deforma por completo.
¿Cómo se traduce esto en el juego y de qué forma afecta a las partidas?
La respuesta es simple; por un lado y bajo la supervisión del DJ, que es el único que conoce o decide de antemano el estado de agonía de los Durmientes, el escenario presentado a los PJ’s mantendrá un estética uniforme o variará la misma en su recorrido. Así de esta forma, un barrio residencial iluminado y muy habitado puede extenderse durante varias manzanas hasta el centro neurálgico de la ciudad, o por el contrario puede dar paso a una red de estrechas y oscuras callejuelas entre ruinosos edificios, donde se oculta una turba de Durmientes presos de la locura. Lo único que determinará que se dé un caso u otro será el grado de sufrimiento de los Durmientes distribuidos por el escenario, que como en un binomio causa/efecto modificará el aspecto del mismo.
En cuanto a la segunda cuestión; esta característica aporta una nota de inseguridad y desconcierto que obliga a los jugadores a mantener a sus PJ’s en un estado de alerta permanente, ya que la peligrosidad latente en el escenario puede variar al cruzar una esquina, al entrar en un edificio o al salir de un ascensor. La normalidad y la locura conviven en una estrecha franja que pasa completamente desapercibida para los Durmientes, pero que puede resultar letal para cualquier PJ que no la tenga en cuenta. Por otro lado, existe un tercer aspecto de esta característica a considerar, que aparece con el paso del tiempo y que fuerza a los jugadores a improvisar sobre la marcha de una forma inesperada. Y es que debido a la variabilidad en los niveles de sufrimiento soportado por los Durmientes durante su cautiverio, el aspecto de un mismo lugar puede variar enormemente de una partida a otra. Y así, la populosa ciudad de la que nos marchamos en la última partida, puede haberse convertido en una tenebrosa y deforme mole de cemento y hierro a la que ahora regresamos.
El contenido de los recuerdos imperantes define la forma visual del resultado final, por lo que hay que contemplar una última causa que contribuye a modificar la forma de Purgatorio. Por distintos motivos, entre los que se encuentra la aplicación de otros tipos de castigo, los Durmientes son trasladados de vez en cuando a otros lugares, unas veces individualmente y otras en grupo. El efecto que esto produce en los lugares originarios donde permanecían es inmediato e impactante, ya que todo el escenario debe readaptarse al contenido de los recuerdos de los Durmientes que aún quedan en él. Una gran ciudad que pasa a ser una pequeña aldea, un numeroso grupo de manzanas de casas que da paso a un extenso parque, o una pequeña comunidad rural afincada en medio de un bosque que se transforma en una concurrida playa junto a unos acantilados, son algunos ejemplos de ello.
Del mismo modo que el aspecto del escenario se adapta al recuerdo que le da forma, la esencia que mantiene y rodea al Durmiente lo moldea en ese mismo sentido. Un Durmiente cuyos recuerdos sean nítidos se mostrará ante los demás como un ser humano normal, ocupado en las tareas que le hayan sido impuestas, ajeno a su verdadero estado y condición, interactuando con el resto de Durmientes y Conscientes con absoluta normalidad. Por el contrario un Durmiente sometido a altos niveles de agonía, no tendrá capacidad alguna para comunicarse con los demás ni tendrá ningún tipo de percepción de su entorno. Se mostrará a los ojos de los Conscientes en la forma de un repulsivo cuerpo en estado parcialmente vegetativo y con diferentes deformaciones en él. Todo ello en estados más o menos avanzados, ya que dado que las escalas de sufrimiento son innumerables, el abanico que cubre la franja entre el Durmiente ideal y la forma más grotesca del mismo, abarca también innumerables grados de locura.
Con estos elementos resulta fácil imaginar el escenario natural en donde los PJ’s lucharán por sobrevivir.
El perfil de las ciudades donde habitan los Durmientes estará repleto de contrastes, de luces y sombras. Altos edificios donde una aparente e ilusoria segunda vida alcanza cotas de febril actividad humana, se verá contrastada con otros lugares donde la vejez, la suciedad y la destrucción, nos dibujarán el rostro de un arrasado mundo apocalíptico. Los hogares, allí donde se agrupen familias, tendrán su versión más oscura en la forma de cubículos donde la soledad, la desesperación y la locura, serán la forma de vida de quienes los habiten. No será extraño encontrar edificios en ruinas o a medio construir en la periferia o en el corazón de cualquier barrio. Del mismo modo la población de Durmientes estará distribuida de forma irregular, formando conglomeraciones en algunos puntos y dejando completamente desiertos otros. La distribución de las calles y la disposición de las construcciones variarán, desde la lógica que dicta la razón hasta las formas surgidas de las mentes más perturbadas. Barrios perfectamente trazados darán paso a intrincadas y laberínticas callejuelas. Rectas y amplias avenidas desembocarán en inesperadas y serpenteantes calles escalonadas. La vasta extensión de galerías de cualquier metro, se entremezclará con redes de túneles que a su vez comunicarán con el sistema de alcantarillas. Los hospitales, colegios y centros de trabajo, combinarán salas, pasillos y almacenes, donde los Durmientes actuarán con una normalidad impuesta, con otras donde el silencio, el miedo y el dolor serán sus únicos habitantes. La actividad humana, en definitiva, se extenderá sobre Purgatorio en un remedo de lo que fue en vida, coexistiendo consigo misma vestida con el rostro de infinitas formas de agonía y sufrimiento.
El estado de conservación de los objetos variará considerablemente, pero nunca se dará el caso de que exista algo completamente nuevo e inmaculado. La propia esencia de Purgatorio contamina todo lo que es creado con ella, por lo que la perfección material no existirá en este mundo. Del mismo modo, la luz nunca llegará a alcanzar la magnitud requerida para hablar de la existencia de un día y una noche. Tan solo cabrá distinguir entre una leve penumbra bajo un plomizo cielo repleto de grises nubarrones y la oscuridad más absoluta.
La fauna y la flora también se encontrarán representadas en Purgatorio, de una forma más o menos fiel a las existentes en el mundo real. Y del mismo modo que el resto de elementos descritos, se verá deformada por el grado de agonía que sufran los Durmientes cuyos recuerdos les den forma. La climatología no estará sujeta a ciclos. Tan solo el recuerdo imperante entre la mayoría de los Durmientes del lugar determinará si hace frío o calor, o si llueve o nieva.
El tiempo no existirá, al menos no como lo define el concepto humano. Es cierto que los Durmientes creerán vivir en un ciclo de tiempo normal, pero para los Conscientes solo existirá pasado y presente. El pasado para definir lo que aprendieron y lo que recuerdan, y el presente porque caminan en él. El futuro no existe porque se reinventa a sí mismo con cada cambio. No es posible hacer planes exactos ni trazar caminos permanentes. Si lo que dejamos atrás puede no existir al volver la mirada, ¿cómo saber lo que encontraremos al dar el próximo paso?
La comida o el descanso no serán necesarios. Los Durmientes recurrirán a ello porque forma parte de su pauta de comportamiento, pero los Conscientes no lo necesitarán, aunque podrán hacer uso de ambos conceptos si así lo desean. Las enfermedades y las debilidades puramente humanas solo podrán afectar a los Durmientes. Los Conscientes son inmunes a ellas.
La religión, los cultos y las tradiciones, seguirán persistiendo entre los Durmientes de una forma más menos fiel a su modelo original. Las emociones y los anhelos humanos formarán parte de la vida de los Durmientes. La mayoría de los Conscientes, por el contrario, no dispondrán de la capacidad de experimentar emociones y deseos mundanos. Al perder sus recuerdos perdieron a su vez esa conexión íntima con la esencia de la naturaleza humana, pero como la necesitan se verán forzados a buscar algo que la sustituya o la simule.
Las leyes físicas que imperan en Purgatorio serán inestables y cambiantes. La fuerza de la gravedad será similar a la soportada por los Conscientes durante su vida anterior, pero a diferencia de aquella ésta podrá ser vencida mediante el uso de habilidades paranormales. Los ejes magnéticos que cuadriculan este mundo no mantendrán una posición fija e invariable y se desplazarán siguiendo un trayecto aleatorio y caótico, por ello establecer una orientación concreta será una tarea extremadamente compleja. El Norte no estará donde esperamos encontrarlo y el resto de puntos cardinales no apuntarán hacia donde se supone que deben.
Finalmente, comprobaremos que el dolor y sufrimiento de los Durmientes es la fuerza que deforma la oscura materia con la que se construye Purgatorio. Ésta es en definitiva la regla por la que se define el aspecto de este mundo. Y es la norma o patrón que establece la forma que adopta el entorno que rodea a los Conscientes en su devenir diario. Tan solo éstos, los Híbridos y los Purgaritas, como seres conscientes del lugar por el que caminan se ven exentos de su influencia y son inmunes a su poder.
Un saludo.
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